Somos minorías las que por alguna razón personal buscamos apoderarnos de estas imposiciones dadas al nacer y cambiarlas acorde a nuestra identidad o identidades sentidas.
En este caso, nos concentraremos en la problemática del nombre propio en aquellas personas cuya identidad es fluida. El género fluido, es aquella sensación de pertenencia cambiante que nos hace sentirnos por momento de un género y por momentos de otro u otros. El caso de género fluido más conocido es aquel que a veces es de género femenino y luego masculino o viceversa.
Resulta, que dependiendo del país en el que vivas, las leyes para un cambio de nombre son más o menos estrictas. Si vives en un país más compatible con la diversidad sexual y de género, entonces es más posible que puedas cambiarlo acorde a tu sintiencia,
Aún con esta facilidad, estamos socialmente acostumbradas a ser seres estáticos, cuyas cualidades se mantienen en el tiempo. Esto está relacionado con la facilidad de identificación que existe cuando nuestros datos se registran solo una vez y no cambian. Esta estabilidad se vincula con la seguridad social que nos permite condenar a una persona determinada por un delito, identificar un cuerpo muerto, recordar o encontrar personas desaparecidas, etc. Pero, todas estas buenas intenciones se transforman en una acusación, basada en el miedo, cuando una persona prefiere tener cualidades dinámicas en vez de estáticas. Esto quiere decir, cualidades que cambian en el tiempo.
Estamos sumergidas en un sistema judicial político en el que los registros de datos burocráticos están pensados para una sociedad binarista. Esto quiere decir que según tu sexo y/o género asignado al nacer tendrás acceso a determinadas herramientas sociales e incapacidad de acceder a otras. Así es como, por ejemplo, una mujer no puede tener un nombre catalogado como masculino, porque implicaría una "falsa identidad" y podría sospecharse de estar usurpando una identidad.
Es por esto, que el sistema prefiere que no cambies o cambies poco, con una preferencia máxima de una vez en la vida.
¿Pero qué sucede con el derecho a la identidad y la libertad de expresión cuando se le niega el dinamismo a nuestra persona? Si viola o no un derecho es trabajo de la justicia, pero lo más importante es que este factor limita experiencias propias y ajenas. No solo me niega a mí, sino que también restringe la experiencia de las otras personas a conocer casos como el mío, limitando, así, sus preferencias.
Pareciese que necesitásemos grandes justificaciones para escoger algo tan simple como lo es nuestro nombre. En un intento de no romper un sistema que nos queda anticuado, se inventan laberintos legales para complacer lo que se considera un capricho. Por ejemplo, si el mundo te ha identificado como femenina, pero en cambio tú te identificas con lo masculino, se te permitirá cambiar tu nombre en defensa de tu género sentido, a pesar de que este deseo podría deberse a cuestiones que van más allá del género, como por ejemplo, un simple gusto personal, el deseo de adoptar el nombre de aquella persona que fue importante para ti o por falta de asociación del nombre y su fonética hacia un género determinado.
A simple vista, la solución parece fácil para algunas personas con género fluido, deberían elegir un nombre masculino y otro femenino. Pero, el sistema te exige cambiar tus "datos oficiales" acorde a su lógica. Si tú quieres estos nombres, entonces tu género no puede ser femenino o masculino, debería ser fluido y resulta que, quizás, tú no quieres cambiar tu género, ya que las maneras de expresar nuestro género son completamente personales y abarcan muchas áreas de nuestra vida, pero no obligatoriamente todas.
El cambio de nombre con género es pertenencia de las personas Transexuales y no vaya a ser que piensen que eres Trans. Así que es necesario etiquetarte de otro modo, un modo que socialmente se considera menos radical y más serio ¿Por qué más serio? Porque la persona que cambia nunca es seria ¿Han notado eso? Una persona que cambia mucho de humor es mal vista social y psicologicamente. Una persona que no cumple con las reglas del uniforme no se toma su trabajo en serio. Una persona que un día le gusta un hombre y al otro una mujer, no sabe lo que quiere. Una persona que dice querer formar una familiar pero luego no quiere, es cobarde e indecisa. Una persona que quiere cambiar su sexo es estúpida porque nunca será quien dice ser. Una persona que estudió medicina, pero que se cambió de carrera, perdió su tiempo.
Estos son solo algunos ejemplos que evidencian lo siguiente: el cambio no es bueno. Al menos que consideren la imposibilidad de otra alternativa, siendo la única solución, para ti, un cambio radical. Ya que prefieren que cambies a que sigas siendo una persona poco seria, poco realista, sin valor.
La cuestión es que a pesar de nuestra buena voluntad, para representarnos lo mejor posible a partir de nombres elegidos, el sistema nos sigue quedando un poco acotado. En primer lugar, a pesar de las opciones disponibles, siempre existe un nombre predilecto por parte de las otras personas, cuando en el caso de algunas personas de género fluido lo que se busca es la predilección de ambos nombres según el género sentido. Al final, lo que se termina haciendo es la elección de un nombre neutro, con el cual nos podamos sentir a gusto en todo momento.
Como podrán notar siempre nos intentamos adaptar a un sistema que no nos termina de incluir.
Definitivamente los sistemas que nos rodean tienen una lógica estática y se quedan atrás cuando deben tratar el dinamismo social ¿Cuál sería la solución? No lo tengo claro, quizás deberíamos cuestionar cuáles son los datos que realmente nos diferencia del resto para la burocracia. Habría que hacer más hincapié en la huella digital, el D.N.I o la firma, en vez de resaltar datos como el nombre o el sexo de una persona. Al final, independientemente de cómo nos veamos o que nombres llevemos, somos todos seres humanos y personas con derechos.
Quiero dejar en claro que no estoy diciendo que las personas no lleven nombres, sino que sea la elección de cada quien según sus intereses personales. Después de todo, cuando alguien no sabe un nombre debe preguntar, así que no existiría un problema a la hora de escribir tu nombre en una lista, si de todas formas, así como están las cosas ahora, puede suceder tranquilamente que dos personas lleven el mismo nombre y apellido, debido a lo común que son ciertos apellidos y en la popularidad de algunos nombres. Por lo que podríamos decir que no es un sistema muy eficiente.
En mi caso particular, el problema consiste en querer utilizar un nombre para cada situación personal, por lo que, elegir solamente dos nombres para identificarme, me queda corto a mis intereses.
Además, si al verme no logras identificarme no importa como te diga que me llamo o si te muestro mi documento, porque al final dudarás de mí hasta que demuestre, efectivamente, que me conoces.
Son muchas las personas que hacen drama cuando les planteo la problemática del nombre dinámico y ese drama no existiría si nos pusiéramos a pensar un sistema que funcione para un dinamismo social. Hasta entonces solo me queda plantear el problema e intentar desde mi posición encontrar un modo de hacerme sentir mejor, dentro de este sistema, mientras intento brindar empatía a quienes estén en situaciones como estas.
¡Un saludo a mis queridos lectores fantasmas!
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Elena Nolusse
Elena Nolusse
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