De un instante a otro me encuentro en el suelo, revuelta en la locura, con la vista nublada y la piel temblorosa.
Tormentas eléctricas invaden mi cabeza y el sudor de la lluvia recorre mi cuerpo.
Intento seguir, "nada hay que realmente deba dolerme y mantenerme así", pero me maquina la cabeza y vuelvo a caer.
Intentas distraerte, pero te duele el estomago, te sientes nervioso, quieres vomitar, te duele la cabeza. Suspiras y al hacerlo se agrega un nuevo problema a tu existencia, no puedes pensar porque si lo haces solo empeoras las verdades.
Ocurren hechos dignos de celebración pero tu solo quieres alejarte y ponerte en posición fetal. Alejarte te hace sentir seguro, pero vuelves a suspirar y te acuerdas que estás vivo y sin razones fundamentadas, lo odias, odias estar vivo, odias ser tu.
Te duele todo el cuerpo al punto que necesitas tranquilizarte.
Quieres huir. Romper tu cabeza contra la pared se vuelve apetitoso, abrir tu carne es casi medicinal. Quieres llorar pero no puedes, te duele el corazón y aún así ni te inmutas.
Empiezas a decirte cosas horribles porque quieres que parte de ti se aleje de ti mismo, quieres que las lágrimas se lleven tu esencia.
Sientes que no eres digno de vivir, te odias, como odias a un tercero, te odias pero a la lejanía, porque te detestas y no puedes verte de cerca, porque cuando te acercas a ti mismo te caes de nuevo.
Te evitas, evitas contar tu día, evitas mirarte al espejo, evitas decir tu nombre, evitas participar en eventos, evitas ser el centro de atención, evitas que te hablen, porque te lo mereces, porque te odias, porque quieres auto destruirte, porque no tienes auto compasión, porque llevas un odio que te hace odiarte aún más, porque odias como jamás odiaste nada, porque quieres que se detenga, porque deseas avanzar y no puedes, por su culpa, por tu culpa, porque te tiras al suelo y entras en demencia, porque te paralizas ante tu propia presencia, porque debes justificar acciones que no son tuyas, pero que son, que estás obligada a aceptar, porque eres eso, eres tú.
No quieres pedir perdón, ni sentir vergüenza, tú no eres así, pero yo sí, y debo vivir con esta locura, de no querer aceptar cosas que hago y siento ajenas a mí.
Elena Nolusse
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