Comparaciones a lo largo de mi vida que dejan en evidencia mi depresión y su evolución en el tiempo.
Niñez:
Cualquier problema (familiar/social/económico) podía cubrirse con la diversión dada por los juegos y la imaginación. Cuando estaba triste era por razones pocos serias y mayoritariamente eran superficiales. Mi infelicidad se debía a un mal trato por parte de otros y pérdida o rotura de objetos de mi interés. Tenía mal comportamiento debido a lo aprendido en casa y a la actitud en la familia.
Por ese entonces tenía proyectos a futuro respecto a la familia para que todos fuésemos felices.
Adolescencia:
Niñez:
Cualquier problema (familiar/social/económico) podía cubrirse con la diversión dada por los juegos y la imaginación. Cuando estaba triste era por razones pocos serias y mayoritariamente eran superficiales. Mi infelicidad se debía a un mal trato por parte de otros y pérdida o rotura de objetos de mi interés. Tenía mal comportamiento debido a lo aprendido en casa y a la actitud en la familia.
Por ese entonces tenía proyectos a futuro respecto a la familia para que todos fuésemos felices.
Adolescencia:
Los problemas en cuanto a identidad y gustos personales salieron de a poco a flote. La inseguridad por ser yo misma o de mi cuerpo hacían bajar mi autoestima y provocaban en mí síntomas de culpabilidad, lo cual no ocurría en mi niñez. Empecé con el alejamiento de las personas y el miedo a las interacciones sociales. El sueño por conseguir pareja y experimentar el amor salieron a la luz. Convirtiendo el deseo de amar y ser amada como pareja en el sueño más grande de mi vida.
Comencé a usar Internet y a encariñarme con este medio. Allí me sentí contenida y comprendida. Me era de gran interés y pasé gran parte de mi adolescencia disfrutando de Internet. Conocí a mi primer novio por Internet y mantuve relaciones amorosas vía virtual desde entonces.
Mis problemas se cubrían estando en Internet y relacionándome con personas por ese medio. Los videojuegos fueron un escape hermoso de la realidad por mucho tiempo.
De a poco mis proyectos familiares a futuro se fueron rompiendo a pedazos a medida que las relaciones familiares empeoraban. Así que mis proyectos amorosos eran un escape a esa situación familiar indeseada.
Las notas calificativas en el colegio decaían siempre a mitad de año, logrando aprobar con la nota justa gracias a las altas notas en la última parte del año. Esto se debía al cansancio que me provocaba estar todo el año con las mismas energías.
En la adolescencia ya avanzada, las notas siguieron decayendo a mitad de año por falta de energía y tristeza. Esas tristezas eran por razones puntuales, la mayoría debido a cosas que no podía obtener y a las malas relaciones amorosas.
En cuanto a mi estado anímico, desde la pre-adolescencia que ya pasaba varios días muy decaída en los tiempos libres del colegio, pero si alguien me hablaba este sentimiento mejoraba y no era tan difícil de superar. Ya en mi adolescencia avanzada los días donde me encontraba decaída empezaron a ser mucho más frecuentes y muchas veces no había algo que pudiese animarme, simplemente lo dejaba pasar hasta no sentirlo más.
Las reuniones que tenía con un grupo de amigas empezaron a perder interés. Quise irme muchas veces a casa sola antes de tiempo por no soportar cómo me sentía.
Tuve pensamientos suicidas (muchas veces) a lo largo de mi adolescencia debido a sentimientos de soledad.
Adultez Joven:
Adquirí pasión por el conocimiento artístico al ingresar a la facultad. El primer año fue un año dedicado solamente a lo intelectual. Socialmente estuvo bien logrado y me sentí muy bien a pesar de algunos errores cometidos que me pusieron muy triste.
Con los años seguía decayendo las notas a mitad de año pero ya por razones absolutamente sentimentales. A fin de año, como era común, también decaía mi rendimiento pero debido al duro trabajo llevado durante el año.
Mi familia se rompió casi por completo y fue un infierno familiar. Mi escape a los problemas era la facultad y no había interés en crear tiempo para cuestiones sociales y/o amorosas. Empecé a dejar de dibujar, escribir, cantar, jugar y muchas cosas más, debido al tiempo dedicado a la facultad.
De apoco, la depresión que me agarraba a mitad de año se fue extendiendo hasta fin de año. Empecé a faltar a clases y a no lograr los objetivos académicos. Lo cual me hizo sentir fatal. Comencé a recursar muchas asignaturas y a no avanzar. Cada día quería hacer menos cosas y los deberes cotidianos empezaron a ser una dificultad. Me sentía cada vez más inútil e incapaz de salir adelante. Mi madre me hacía sentir mal en cuanto a mis errores y yo me sentía peor por no poder arreglarlos. Estuve sola por muchísimo tiempo y con una gran desesperación por estar con alguien.
Las actividades que me hacían feliz o servían de escape, ya no sirven más. No encuentro la felicidad y el escape en ningún lado. Empecé a notar que me sentía muy deprimida sin razones puntuales.
Comencé a usar Internet y a encariñarme con este medio. Allí me sentí contenida y comprendida. Me era de gran interés y pasé gran parte de mi adolescencia disfrutando de Internet. Conocí a mi primer novio por Internet y mantuve relaciones amorosas vía virtual desde entonces.
Mis problemas se cubrían estando en Internet y relacionándome con personas por ese medio. Los videojuegos fueron un escape hermoso de la realidad por mucho tiempo.
De a poco mis proyectos familiares a futuro se fueron rompiendo a pedazos a medida que las relaciones familiares empeoraban. Así que mis proyectos amorosos eran un escape a esa situación familiar indeseada.
Las notas calificativas en el colegio decaían siempre a mitad de año, logrando aprobar con la nota justa gracias a las altas notas en la última parte del año. Esto se debía al cansancio que me provocaba estar todo el año con las mismas energías.
En la adolescencia ya avanzada, las notas siguieron decayendo a mitad de año por falta de energía y tristeza. Esas tristezas eran por razones puntuales, la mayoría debido a cosas que no podía obtener y a las malas relaciones amorosas.
En cuanto a mi estado anímico, desde la pre-adolescencia que ya pasaba varios días muy decaída en los tiempos libres del colegio, pero si alguien me hablaba este sentimiento mejoraba y no era tan difícil de superar. Ya en mi adolescencia avanzada los días donde me encontraba decaída empezaron a ser mucho más frecuentes y muchas veces no había algo que pudiese animarme, simplemente lo dejaba pasar hasta no sentirlo más.
Las reuniones que tenía con un grupo de amigas empezaron a perder interés. Quise irme muchas veces a casa sola antes de tiempo por no soportar cómo me sentía.
Tuve pensamientos suicidas (muchas veces) a lo largo de mi adolescencia debido a sentimientos de soledad.
Adultez Joven:
Adquirí pasión por el conocimiento artístico al ingresar a la facultad. El primer año fue un año dedicado solamente a lo intelectual. Socialmente estuvo bien logrado y me sentí muy bien a pesar de algunos errores cometidos que me pusieron muy triste.
Con los años seguía decayendo las notas a mitad de año pero ya por razones absolutamente sentimentales. A fin de año, como era común, también decaía mi rendimiento pero debido al duro trabajo llevado durante el año.
Mi familia se rompió casi por completo y fue un infierno familiar. Mi escape a los problemas era la facultad y no había interés en crear tiempo para cuestiones sociales y/o amorosas. Empecé a dejar de dibujar, escribir, cantar, jugar y muchas cosas más, debido al tiempo dedicado a la facultad.
De apoco, la depresión que me agarraba a mitad de año se fue extendiendo hasta fin de año. Empecé a faltar a clases y a no lograr los objetivos académicos. Lo cual me hizo sentir fatal. Comencé a recursar muchas asignaturas y a no avanzar. Cada día quería hacer menos cosas y los deberes cotidianos empezaron a ser una dificultad. Me sentía cada vez más inútil e incapaz de salir adelante. Mi madre me hacía sentir mal en cuanto a mis errores y yo me sentía peor por no poder arreglarlos. Estuve sola por muchísimo tiempo y con una gran desesperación por estar con alguien.
Las actividades que me hacían feliz o servían de escape, ya no sirven más. No encuentro la felicidad y el escape en ningún lado. Empecé a notar que me sentía muy deprimida sin razones puntuales.
La simple existencia del día a día se volvió pesado. Siempre dormí mucho, pero ahora duermo mucho más. Conseguí pareja vía Internet y me hace muy feliz, sin embargo, no dejo de estar triste inclusive cuando hablo con él. Me hace feliz y es mi sueño, pero la realidad de mis días me golpea ferozmente y me siento incapacitada para hacer lo que sea. Ahora estoy en una edad que necesito trabajar por obligación y la frustración de no conseguir trabajo me hace sentir más inútil aún y me genera muchísima ansiedad, ya que mi madre está desempleada y estamos en una situación de emergencia económica.
Para el segundo año de facultad entró alguien nuevo al grupo familiar, la pareja nueva de mi madre, al cual detesto. Se queda los fines de semana provocando mucho estrés, ya que no me deja deambular por la casa tranquilamente. Odio los fines de semana porque no tengo con quién salir. El televisor está prendido todo el fin de semana en alto volumen y prácticamente vivo estresada.
Ya el año pasado empecé a empeorar drasticamente respecto a mis síntomas depresivos. Ahora me siento decaída todo el año, desde que empieza hasta que termina. Llevo todo el año pasado así y recién empezando este quiero que termine, sin que nadie me garantice que algún año me sentiré mejor.
Tengo pensamientos suicidas muy seguido y me he exigido realizar alguno, pero simplemente no puedo, no es que no quiera. Pienso que el suicidio es un buen escape a los problemas, pero al mismo tiempo me deprime más no poder encontrar otro escape.
Me aferro a mi pareja. La facultad ya no tiene valor para mí, a pesar de que sigo interesada en lo que estudio, recursar muchas asignaturas me bajó los ánimos respecto al estudio.
Actualmente:
Ya el año pasado empecé a empeorar drasticamente respecto a mis síntomas depresivos. Ahora me siento decaída todo el año, desde que empieza hasta que termina. Llevo todo el año pasado así y recién empezando este quiero que termine, sin que nadie me garantice que algún año me sentiré mejor.
Tengo pensamientos suicidas muy seguido y me he exigido realizar alguno, pero simplemente no puedo, no es que no quiera. Pienso que el suicidio es un buen escape a los problemas, pero al mismo tiempo me deprime más no poder encontrar otro escape.
Me aferro a mi pareja. La facultad ya no tiene valor para mí, a pesar de que sigo interesada en lo que estudio, recursar muchas asignaturas me bajó los ánimos respecto al estudio.
Actualmente:
Me siento para la mierda el 90% del tiempo y el 10% me siento indiferente. Tengo síntomas físicos, como el suspirar constante, sensaciones de "infarto", problemas notorios para dormir, muy baja energía, etc. Vivo encerrada en casa y ahora que voy mucho menos a la facultad, es mucho mayor el tiempo que me la paso encerrada. Estoy yendo a un psicólogo con intenciones de que pueda arreglarme. Es mi verdadera única esperanza, confío en los profesionales, espero que me puedan ayudar.
Me pone realmente triste leer todas esas cosas que te pasaron sin poder aunque sea poder escuchado y estar ahí para vos cómo amiga.
ResponderEliminarEn una noche de desvelo al final te encontre! Anduve buscandote por FB pero nada...
Te mando un abrazo.
Flor.
Veo recién este comentario.
EliminarMe encontrarás en facebook como Yam Weiss. Hubo un tiempo que anduve sin facebook.
Te mando un super abrazo también.
<3